La finalidad es la aplicación por vía inyectable, de factores de crecimiento (contenidos en las plaquetas), autólogos, es decir, de la misma persona, en un tejido que necesite ser “revitalizado”. Al ser factores propios, se elimina el riesgo de reacciones alérgicas, adversas, rechazos por parte del receptor, infecciones cruzadas, etc.
La técnica consiste en la extracción de 30 a 40 cc de sangre, por una punción venosa convencional. Luego, la sangre extraída, se procesa para separar el plasma y las plaquetas, de los elementos figurados. Una vez obtenido el plasma rico en plaquetas, se activa e inyecta en el tejido que se quiera estimular.
El rendimiento de la técnica o los resultados depende del paciente y la técnica.
Por el lado del paciente, de factores como el número de plaquetas, la actividad plaquetaria, la cantidad de factores de crecimiento, de la respuesta del tejido donde se inyecta, de los hábitos de la persona, como alimentación, higiene de sueño, actividad física, tránsito intestinal, consumo de cigarrillos, etc.
En cuanto a la técnica, depende básicamente de la calibración y conocimiento absoluto del instrumental utilizado. Si esto no se cumple a cabalidad, no se sabe en realidad la calidad del producto que se está inyectando.
Es necesario señalar que aunque es un procedimiento en general muy seguro, no está exento de riesgos y molestias.
Dentro de las molestias, está el dolor al inyectar, equimosis, hematomas, y sangramientos pequeños.
En cuanto a los riesgos, está básicamente el riesgo de infección, generalmente con flora bacteriana propia de la piel, pero este riesgo es muy bajo.
Indicaciones:
El PRP tiene múltiples usos, siendo el más conocido el de uso estético para lograr un rejuvenecimiento de piel, comúnmente de rostro, cuello y manos. Está indicado en:
Contraindicaciones: